martes, 23 de febrero de 2016

Siembra la semilla en tierra firme



Elogio a quienes encuentran su vocación sin mirar muy adentro entre las páginas de un libro, admiro las maravillas de la vida expresadas en las diferencias de raciocinio, creo que hay muchas decisiones parecidas a tener un hijo planeado o no, la importancia esta en dar algo de sí mismo.

La sociedad te empuja y limita, la familia te impulsa a tomar acciones, mas las decisiones aunque llenas de incertidumbre y miedo solo son tuyas. Para muchos pudiera ser una comparación fuera de lugar, le daré contexto, no soy madre mas tengo una idea de cómo es serlo, las mujeres a mi alrededor tienes hijos  en su pubertad otras estudian y no bien tienen su título en las manos cuando en su vientre llevan a su bebe y las otras, no profundizare mucho en eso. Atentos no se trata de juzgar, es una realidad cultural y por eso no condenable, porque simplemente la causa, Dios, nos hizo a todos/as libres.

Yo soy una más que me enamoré a temprana edad, aunque por mucho tiempo vi lo de afuera desde una ventana, yo decidí salir y me embaracé con tan solo 16 años con cabeza en alto, defendiéndome tal cual una fiera ante todas las amenazas y sufrí esos empujes de la sociedad y esos impulsos de mi familia que me hacían tener los peores malestares pensables, así comencé a subir escalones aunque herida y golpeada por la pobreza, humillada por qué me faltaba vitaminas del conocimiento jerárquico catedrático, pero no me importo yo seguí tomando cada reserva en mi cuerpo.

Los meses eran como años, mas entre risas y llantos disfrute mucho ese embarazo tuve  momentos de florecimiento cuando podía sentarme y disfrutar de las ricas cenas, esas que con tanto cariño preparaban mami y tía, me las guardaban únicamente en la noche para que pudiera soportar los días de hambre y de sed, me encontraba con unas matas que producen cocos  de ricas aguas, a quienes la gente llaman profesores, esos que se meneaban con el viento para que mi criatura pudiera alimentarse.

Esos días, sin duda eran los más felices. Lo único que puedo sentir mío, mi criatura, me pateaba dejándome sentir su alegría, aunque a veces se ocultaba ante la ignorancia de las noches oscuras de nubes picantes a los ojos, esas noches largas, tenebrosas pobladas de hombres desarmados y encapuchados a quienes la policía  respondía con tiros cuando ellos solo usaban carteles a la suma piedras para alejarlos. Yo con paciencia soportaba los empujones y llegue a casa sana aunque débil, no podía más que nutrir con páginas a mi criatura perdiendo la noción del tiempo para que el sol me lo recodara.

Llegamos a 8 meses como años, mi cosita debió abrir sus ojos a este mundo antes, el miedo le enfermo impidiéndole salir causándome así los dolores más intensos e inimaginables. Hoy esta toma decisiones con autonomía, llega a lo profundo de mí ser y decide alumbrar nuestras vidas.

Mi criatura trae un pergamino con insignias en él su nombre "Estudia", es fuerte, no teme a nada, siento que vino a reemplazar mi pobreza. Cuando la miro veo en sus ojos la  avidez de gatear, explorar e ir más lejos acercándose a la gente. Siempre humilde regalándome en cada paso la libertad.

Quisiera que muchos vivan la experiencia que ilumina los espacios con sencillez y trabaja arduamente en cada uno como persona, como individuos sociales.

Yo decido ser una partícula en el universo, una semilla para tierra que necesita frutos. 
  Imagen: Fuente externa
 

 Nicole García

23/Feb./2016

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